- Empresas de transportes elevaron demasiado los precios de pasaje, de 300 a 370 pesos
Raúl Laguna

SAN PEDRO POCHUTLA. – La carretera Barranca Larga-Ventanilla, que conecta la ciudad de Oaxaca con la costa oaxaqueña, ha sido durante años una vía crucial para los habitantes y turistas de la región y que fuera abierta al público hasta hace un poco más de un año. Sin embargo, esta supercarretera, que abarca 104 kilómetros de distancia, está lejos de ofrecer las condiciones necesarias para garantizar la comodidad y seguridad de quienes la transitan. Las quejas de los usuarios son constantes: altos costos de peaje, malas condiciones de la vía, falta de servicios básicos y una red de comunicación deficiente.
Un costo cada vez mayor
Desde el 10 de febrero, la situación ha empeorado. Caminos y Puentes Federales (CAPUFE) implementó el cobro de peaje en las dos casetas de esta ruta, a un costo de 234 pesos por cada una, lo que se traduce en una erogación total de 468 pesos solo por el uso de la carretera. A este aumento en los peajes se le sumó una subida considerable en el precio del pasaje del transporte público. Las empresas de autotransporte, como Líneas Unidas, incrementaron el costo del pasaje de 300 a 370 pesos, es decir, 70 pesos más de lo que cobraban antes, lo que representa una carga económica adicional para los usuarios frecuentes de la ruta. Este aumento no solo afecta a los pasajeros, sino que también se traduce en mayores ganancias para las empresas de transporte.

El mal estado de la carretera
Además de los altos costos, la carretera Barranca Larga-Ventanilla presenta condiciones que dejan mucho que desear. A pesar de ser una vía de importancia para la conexión entre la ciudad capital y la costa, el mantenimiento es insuficiente. La maquinaria y los trabajos de mantenimiento son una constante a lo largo del trayecto, lo que provoca retrasos significativos.
En un viaje realizado por un usuario de la empresa Líneas Unidas, que partió desde Pochutla a las 8 de la mañana, se vivieron varios contratiempos. Al ingresar a la supercarretera, el conductor se vio obligado a detenerse debido a maniobras de maquinaria en el camino, lo que retrasó el avance de la unidad durante al menos seis minutos.
A lo largo del recorrido, entre el kilómetro 74 y el kilómetro 75, también se encontraron más maquinaria realizando trabajos. Afortunadamente, este retraso solo duró cinco minutos, ya que la unidad estaba esperando el paso de otras unidades que se encontraban detenidas.

Los túneles de la supercarretera tampoco ofrecen las condiciones mínimas de seguridad: dos de ellos carecen de alumbrado, lo que representa un riesgo para los conductores, sobre todo durante la noche. Además, entre los kilómetros 52 y 58, se reportaron más trabajos en curso, que ocasionaron demoras adicionales.
Uno de los puntos más críticos se encuentra en el kilómetro 48, donde los conductores deben esperar hasta media hora debido a los trabajos de mantenimiento y la presencia de camiones pesados. Esta espera provoca que el recorrido, que debería durar poco más de una hora, se extienda hasta dos horas en algunos casos.
El aislamiento en el trayecto

Otro de los grandes inconvenientes que enfrentan los usuarios es la falta de comunicación. A lo largo de los 104 kilómetros de la carretera, no hay señal telefónica, lo que dificulta la posibilidad de pedir ayuda en caso de emergencias o de simplemente informar sobre el estado de la vía. Este aislamiento es un factor que preocupa a muchos de los que transitan por allí.
Sin servicios básicos en las casetas
Una de las críticas más frecuentes es la falta de servicios básicos en las casetas de peaje. En ninguna de ellas hay sanitarios disponibles para los usuarios, lo que representa una grave deficiencia en un trayecto de más de una hora. Esta situación empeora aún más si se considera que las largas esperas y los retrasos, causados por las obras en curso, convierten este viaje en una experiencia poco agradable.

¿Vale la pena el costo?
La carretera Barranca Larga-Ventanilla es, sin duda, una de las más caras de la región, pero sus condiciones de infraestructura dejan mucho que desear. Con un trayecto que puede alargarse hasta dos horas, los usuarios se ven obligados a pagar altos peajes y tarifas de transporte público, sin obtener una experiencia satisfactoria en cuanto a seguridad, comodidad y conectividad. Mientras las ganancias de las empresas de transporte crecen, los usuarios siguen enfrentando las mismas deficiencias en el servicio. Esta ruta, vital para la conexión de la capital con la costa oaxaqueña, necesita con urgencia mejoras sustanciales en sus condiciones y servicios para garantizar el bienestar de quienes dependen de ella a diario.