22 DÍAS A LA DERIVA: Tiburoneros de Acapulco son rescatados por pescadores de Puerto Ángel

  • Salieron a la pesca desde el 12 de enero, se les acabó el agua y bebieron sangre de tortuga para hidratarse

Raúl Laguna

PUERTO ÁNGEL, POCHUTLA.- A tres semanas que se hicieron a la mar con la finalidad de pescar tiburones, tres pescadores originarios de Bahías Las Hamacas, Guerrero, fueron rescatados éste lunes por tiburoneros de Puerto Ángel, Pochutla, quienes los pusieron a salvo llevándolos a tierra firme.

Se trata de los pescadores Víctor Manuel Trujillo Martínez de 42 años, Martín Guaztitlan Sánchez de 66 y Dolores Rodríguez Herrera de 65, quienes salieron a pescar desde el pasado 12 de enero en Acapulco, de Bahías Las Hamacas en el estado de Guerrero para la pesca del tiburón.

Los tres tripulantes se hicieron a la mar a bordo de la embarcación “Genesaret”, llevaban comida suficiente para 15 días, sin embargo, una falla mecánica en el motor de 50 caballos de fuerza hizo que se quedaran a la deriva por 22 días, hasta que fueron apoyados por pescadores de Puerto Ángel que realizaban la faena frente a la Playa La Escobilla, a unas siete millas mar adentro.

“Pensamos que estaban pescando”

“Desde la mañana los habíamos visto, pensamos que eran compañeros que tendían sus redes cerca, hasta que nos acercamos porque veíamos que nos llamaban, fue así que nos enteramos que estaban perdidos”, comentó en entrevista Timoteo Contreras, uno de los tripulantes de la embarcación “Remedios”, quien junto con su capitán Jorge Luis Stein Sánchez, apoyaron a los tres náufragos para remolcar la embarcación hasta la Bahía Principal de Puerto Ángel para ponerlos a salvo.

“Para nosotros es algo sorprendente que nos los hayan rescatado antes, estaban aorillados’, desde donde se encontraban ellos hablamos de siete millas, y a 14 millas de Puerto Ángel”, comentó Timoteo.

El pescador narró que la primera ocasión que los vieron no les hicieron caso, pensaron que eran compañeros pescadores, “íbamos encarrerados tendiendo nuestro equipo, pero cuando terminamos, cuando fuimos a ver la punta de la cimbra para verificar si no nos estamos pegando mucho al otro compañero, pero cuando llegamos a la misma altura, se nos hizo raro que ellos nos gritaran”, argumentó.

Al escuchar el llamado, los pescadores acercaron la embarcación “Remedios” y comenzaron a platicar, reanimarlos, “no pasa nada, ya están seguros, ahorita ya nos vamos”, les decían a los náufragos, quienes ya tenían 22 días a la deriva.

Les dieron agua para que se mojaran los labios y poca comida para que se alimentaran; posteriormente, los pescadores de Puerto Ángel levantaron su cimbra y remolcaron durante hora y media a la embarcación de los náufragos hasta la playa principal de Puerto Ángel.

22 días a la deriva

Dolores Rodríguez Herrera comentó que salieron el 12 de enero, trabajaron durante tres días y la máquina se les averió, la corriente los metió 136 millas marítimas mar adentro, utilizaron el toldo de la embarcación como vela y lograron acercarse a la orilla.

“íbamos a pescar por una semana, salimos el martes 12 e íbamos a regresar el sábado o domingo, de esos días no podía pasar más, al tercer día todo cambió para nosotros”, comentó Dolores Rodríguez.

A pesar de llevar comida para 15 días, “desgraciadamente abusamos porque el hielo que triamos cuando se dañó la máquina, como era mucho pescado, pensamos rescatarlo y no lo echamos a la cubeta, que es lo que se tiene que hacer, se daña la máquina, hay que recopilar el hielo para que se haga agua y mantenernos, no lo hicimos, tres días pasaron y no lo hicimos, hasta después, el hielo se evaporó, eso fue un error”, comentó don Dolores.

El pescador más reanimado informó que después de 15 días comenzaron a  racionar el agua con la que contaban, “nada más tomábamos una taza al día, hasta que se nos acabó”.

¡Somos Lobos de Mar!

Para Dolores, lo más preocupante era la falta de agua; sin embargo, ya con tres experiencias de naufragio, “somos lobos de mar, pero la más difícil fue ésta vez”, comentó.

Pensaba en que no pasara un tiburón o que un barco no les pasara encima.

Los tiburoneros vieron pasar un barco y explicó que a pesar de que es posible que los vieran, no los auxilian, “les cuesta mucho trabajo a que te vengan a dejar o a que te orillen, pierden mucho tiempo”, dijo.

A pesar de llevar consigo todo el tiempo sus aparatos como brújula y GPS, los pescadores dijeron que las corrientes los ayudaron, “apenas hubo un mar de fondo, ese es la que nos aorillo”.

Seles acabó el agua, bebían sangre de tortuga

Sobre la alimentación, Dolores comentó que llegó el momento en que no comían nada, “no teníamos saliva para tragar, pescado había, comida había, tortilla había, aunque sea ya seca, pero ya no podíamos tragar, preferíamos comer por al menos diez días”, argumentó

Desde el domingo 24 fue el último día desde su náufrago que los pescadores tomaron la última gota de agua, “nada más la sangre que nos proveía las tortugas”.

A pesar de que tenían confianza en que saldrían a tierra, don Dolores comentó que “veía aquí a mi viejo (refiriéndose a Martín Guaztitlan Sánchez) ya debilitado, un día más a la cuenta cuando veímos que oscurecía y así nos la llevábamos, nos metíamos al agua para refrescarnos un poco, eso lo hacíamos dos veces al día para mantenernos hidratados, pero nos faltaba por dentro”, narró.

Una experiencia cruda

Por su parte, Víctor Manuel Trujillo Martínez informó su experiencia durante los 22 días varados, que para él fue “un poco cruda, lo tomo como una gran reflexión sobre la vida, te enseña muchas cosas, a valorar lo que tienes y provecharlo al máximo cuando Dios te concede la oportunidad otra vez de regreso con ellos”, expresó.

Víctor Manuel nunca dejo de pensar en su familia, en su esposa, sus hijos, la familia cercana a él, sus hermanos; sin embargo, para él, la pesca es su fuente de ingreso y no dejaría de pescar para alimentar a los suyos.

“No tengo otra cosa de que mantenerme, pertenezco a la cooperativa y de allí me mantengo, es la necesidad la que me obliga a tener que pescar y de querer vivir bien y de ofrecerle algo a mi familia”, comentó.

Explicó que la convivencia durante la deriva, entre los tres se daban ánimo normal, como si estuvieran trabajando, “cotorreábamos, echábamos chistes, tratábamos de reírnos un poco, para no estar pensando cosas malas, pero a veces cuando ya es de noche si entra un poquito la congoja pero siempre confiando en Dios”, comentó, quien dijo sentir de repente desesperación por no estar con la gente que lo quiere.

Agradecen a sus salvadores

Agradecidos los pescadores por el apoyo recibidos por sus ahora amigos de Puerto Ángel, don Dolores dijo que “gente que no conocíamos nos dio su amistad, nos brindó una solidaridad tan extraordinaria, que Dios a todos me los bendiga, porque no les voy a pagar esto, solo Dios y solo Él nos va a dar la recompensa algún día si creeos en Él”

Ediles coordinan traslado de pescadores

Por su parte, la edil de San Pedro Pochutla, Saymi Pineda Velasco comentó que se puso en contacto con la alcaldesa de Acapulco, Adela Román para coordinarse y apoyar en traslado de los pescadores a su lugar de origen, así como el remolque de la embarcación y sus herramientas de trabajo.

Asimismo apoyó con hospedaje la noche del lunes para que los tres pescadores pudieran pernoctar y que este martes se realizaran estudios.

Revisión de salud y apoyo

Después de que los pescadores salieron a tierra en Puerto Ángel, efectivos de la Marina hicieron presencia en el lugar e hicieron revisión médica a los náufragos, asimismo, una doctora del puerto y paramédicos del Ayuntamiento de San Pedro Pochutla se quedaron para darles seguimiento a la salud de los tiburoneros, quienes recibieron hidratación desde que llegaron.

De los tres pescadores, únicamente Martín Guaztitlan Sánchez de 66 años de edad presentó glucosa alta.

Desde su llegada a Puerto, pescadores y familias de pescadores se sumaron para brindarles alimentación y ropa.

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